Descubrí la ciudad de un punto de vista diferente. Conocé los miradores de Lisboa y disfrutá de las mejores vistas de la capital portuguesa.
Conoce la ciudad desde un ángulo diferente. Obtén las mejores panorámicas y observa cosas diferentes a las que puedes ver al caminar por sus calles. Desde las alturas, el paisaje urbano puede ser tan evocador como la propia naturaleza.
La capital portuguesa es popularmente conocida como la ciudad de las siete colinas. São Jorge, São Vicente, São Roque, Santo André, Santa Catarina, Chagas y Sant´Ana eran por entonces las siete colinas sobre las cuales se asentaba Lisboa, visibles desde el estuario del Tajo. Frei Nicolau de Oliveira, en el siglo XVII, se refirió a ellas en el Libro de las grandezas de Lisboa.
Podrían haber sido los romanos los que viesen en Olisipo una estructura geográfica similar a Roma y evocasen la leyenda de las siete colinas que rodeaban la ciudad romana cuando fue fundada. Aunque se habla de siete elevaciones lo cierto es que encontramos más en la ciudad, como la de Graça aunque cuando se contempla Lisboa desde el río queda cubierta por el castillo.
Con muchas subidas y bajadas, las siete colinas convierten a Lisboa en una ciudad única que merece la pena descubrir.
Desde las alturas, otra forma de mirar
Desde dentro del castillo se obtienen fantásticas vistas panorámicas de la ciudad, por este motivo es que se emplazó esta fortificación en primera instancia.
Fue construido a finales del siglo XVIII, pero las murallas que lo soportan datan del siglo XIV. El nombre con el que actualmente se lo conoce le fue dado por el rey João I tras la conquista de la ciudad a los moros. Como estaba casado con la princesa inglesa Filipa de Lancaster, decidió ponerlo bajo la protección del santo patrón de Inglaterra.
En el interior destaca el museo, donde se puede ver la historia de Lisboa, y la Torre de Ulises, el legendario fundador de la ciudad que da nombre a la antigua Torre del Tombo donde un periscopio permite observar la ciudad en 360º en tiempo real.
Sus cañones apuntan hacia el río, en un desafío eterno a quien ose invadir la ciudad. Su mirador fortificado se asoma con descaro a la Baixa, al Barrio Alto y al río Tajo.